INCERTIDUMBRE

La segunda vuelta electoral en el Perú es histórica, histórica porque como en ninguna otra salió a flote la esencia de la sociedad peruana, y en pleno año histórico donde se celebra 200 años de «independencia». ¿De qué le urge a nuestro pasado y presente liberarse?. ¿De qué complejos y prejuicios?.

El fanatismo, el populismo, las más grandes carencias que despiertan cada vez que la sociedad se cree dueña de la verdad. El confundir y desvirtuar principios sagrados como la democracia y libertad, intentados ser secuestrados y manipulados a vil antojo en esta campaña electoral.

Sin duda es una campaña electoral a la que urge estudiarla a profundidad y seriamente, tal vez allí encontremos soluciones para extirpar de raíz los grandes males que aquejan a la sociedad peruana, que no se identifica a plenitud con la pluriculturalidad de la tierra donde nació, convirtiéndose en enemigos los unos de los otros por la falta de educación, cultura cívica, política, histórica, y por intereses personales.

Dos candidatos que generaron polémica; pero la historia los tiene identificados plenamente hasta ahora con medios probatorios y no difamaciones. Lo que venga después, será producto de la estricta vigilancia de la sociedad, de la justicia, y la cooperación y/o conflicto de la oposición.

Paralelamente al desorden generalizado por la falta de cultura y respeto, vemos como ciertos grupos parlamentarios silenciosamente vienen participando en cambios constitucionales en plena crisis política, social y electoral.

Parece que el Perú está condenado a repetir una historia donde se vapulea a la democracia, donde se atenta y amenaza a las instituciones con autonomía Constitucional encargadas de garantizar los procesos electorales, sumado a la repentina falta de criterio al no guardar un estricto respeto a plazos legales, el mismo que generó suspicacia, y fue aprovechado por una población carente de idoneidad, ética, y lista para hacer escarnio, sumado a la facilidad con la que se difama, estigmatiza, y califica hoy en día.

El subliminal afán de provocar un golpe de estado, no hace más que seguir confirmando la inmadurez de los llamados políticos con experiencia que tienen una visión estrecha, arcaica y egoísta y no meditan en la trascendencia del bienestar general. Es preocupante como se activan con tanta facilidad acciones legales incongruentes y populistas, y cómo operadores del derecho actúan como asesinos y no como defensores de la ética y justicia.

Es desconcertante cómo un país glorioso puede sucumbir tanto por la falta de criterio y mesura. Si no despertemos, no nos unimos, y echamos a caminar en una sola dirección nadie más lo hará por nosotros.
Está en nuestras manos el futuro del Perú, que sigue agonizando durante décadas frente a sus hijos, mientras sus hijos se regodean en el fanatismo y odio esclavizándolo al conformiso mediocridad, y alejándolo del desarrollo.

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